Hace un siglo y medio, Charles Darwin explicó que la seleción sexual era un mecanismo de la evolución de las especies, y la razón por la que los machos de muchas de ellas lucen espectaculares adornos corporales.
Ahora, un grupo de investigadores estadounidenses acaba de encontrar la mutación genética que hace que 'ellos' luzcan mucho más atractivos que 'ellas' para encontrar pareja.
Científicos de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos) han descubierto un interruptor genético en las moscas del vinagre ('Drosophila melanogaster') que sería el responsable de que los machos de esta especie pigmenten su abdomen con un color diferente, es decir, controla los rasgos decorativos masculinos.
Los investigadores, dirigidos por el biólogo Sean B. Carroll, querían averiguar cómo es posible que rasgos sexuales secundarios, como es el aspecto exterior, eran tan diferentes entre los dos géneros de muchas especies, y muy especialmente entre las aves.
"Los machos y las hembras tienen básicamente el mismo sistema de genes, así que nos preguntábamos cómo es posible que se pueda modificar específicamente la actividad de unos genes masculinos y no de los femeninos, cuando no tienen que ver con los órganos reproductivos", señala Thomas M. Williams, uno de los colaboradores de Carroll.
La respuesta, según publican en la revista científica 'Cell', está en la represión de unas proteínas en el macho de la mosca del vinagre, que es la que le permite colorear el extremo de la cola de su abdomen. En concreto, se trata de las proteínas ABD-B y DSX, que se expresan en áreas donde los machos las tienen bloqueadas, haciendo posible su especial pigmentación.
Ello supone que las moscas no necesitaron de nuevos genes para construir un nuevo patrón. "El interruptor genético que controla la expresión de estas proteínas es muy antiguo. Existe desde hace decenas de millones de años. En sus orígenes se desarrolló para funciones muy diversas. Sin embargo, con el paso del tiempo, se fueron acumulando las mutaciones, quizás como una respuesta a la selección sexual, y finalmente condujo a que los machos fueran mucho más coloridos que las hembras", explica Carroll.
Según sus conclusiones, no hay ninguna prueba de que el proceso de ornamentación haya ocurrido alguna vez en las hembras y luego fuera reprimido.
Redes reguladoras
Este hallazgo, explican los biólogos, revela cómo características que diferencian ambos géneros pueden emerger desde redes reguladoras que existían antes de que se manifestasen esos rasgos. "El origen de estos dimorfismos sexuales siempre ha sido del interés de la biología evolutiva y ahora tenemos pruebas de que fue un desarrollo masculino exclusivo", recuerdan en su artículo.
Ejemplos no faltan. Ahí están las esplendorosas plumas del pavo real, que exhibe pavoneándose ante su pareja, la melena del león o las cornamentas de los ciervos.
Rasgos exagerados que los evolucionistas, como ya dedujera Darwin hace siglo y medio, siguen pensando que dieron ventajas a quienes los lucían frente a quienes no, atendiendo a las preferencias de las hembras. En el caso de las especies polígomas, la razón fue más competiva: las batallas entre varios individuos machos por hacerse con el harén más grande.
El objetivo final, en este caso, no sería eliminar a los menos aptos, como sucede en la selección natural, sino que los más guapos eran los que tenían más éxito reproductivo.
No obstante, Carroll precisa que son rasgos en continua evolución y "si los gustos femeninos cambian, pueden desaparecer porque dejarán de ser útiles".
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