Investigadores del Instituto Neurológico RIKEN de Japón han detectado que, cuando los machos de alas aves cantan para atraer a las hembras, se activaban las áreas del cerebro relacionadas con la recompensa -que se activan también cuando se consumen drogas adictivas.
Las áreas del cerebro relacionadas con la recompensa implican sensaciones de placer y satisfacción. El estudio aparece publicado en PLoS ONE.
Tanto en los humanos como en otros animales, el cerebro está programado para tener una respuesta emocional positiva a determinados estímulos "de recompensa", como la comida o el sexo. Se cree que una parte importante de esta señal de recompensa proviene de un aumento en la actividad de neuronas que contienen dopamina en la llamada área tegmental ventral (VTA).
Junto con las recompensas que se hallan en el mundo natural, los mismos circuitos neuronales se activan con las drogas adictivas. Estudios anteriores mostraron que los animales que consumen cocaína o anfetaminas experimentan un incremento significativo de conexiones sinápticas de neuronas de dopamina en el VTA.
Pero se ha estudiado poco sobre qué otros estímulos naturales pueden potenciar de la misma manera esa actividad de la dopamina. En este estudio, Ya-Chun Huang y Neal Hessler examinaron el cortejo de los pájaros a través del canto y descubrieron que éste potencia la dopamina tanto como las drogas adictivas. Esta activación del placer no ocurría cuando el ave cantaba sin el propósito de atraer a las hembras.
La investigación aporta así nuevas evidencias de que cantar para las hembras produce satisfacción a los machos. Nada de extrañar, pues es parte del cortejo que asegurará la descendencia. A pesar de la distancia evolutiva entre aves y humanos, este tipo de interacciones sociales intensas (como el cortejo) comparten las mismas respuestas emocionales, dicen los autores.
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