Vía ADN
Todo el mundo sabe lo difícil que puede resultar pisar a una cucaracha, esos insectos que no suelen ser bienvenidos en ningún hogar. Ahora se conoce el motivo: un equipo de cuatro científicos ha demostrado que estos escurridizos insectos tienen una estrategia de fuga predeterminada y aleatoria.
Es decir, que al contrario que los humanos, que se escaparían en dirección opuesta al depredador de turno, los citados bichos suelen elegir cuatro trayectorias para huir de la suela de nuestro zapato.
Su ángulo de escapada, asegura el equipo dirigido por Paolo Domenici, varía entre 90, 120, 150 y 180 grados respecto a la posición de su agresor. Esa decisión espontánea y nada predecible de echarse a correr en una dirección u otra desconcierta al depredador y hace que las posibilidades de supervivencia sean mayores que si tomasen siempre la misma ruta.
Domenici, que trabaja para el organismo italiano Iamc-Cnr, llegó a esta conclusión tras estudiar las vías de escape de las cucarachas, que con su abanico de fugas consiguen dificultar al atacante el aprendizaje del modelo repetitivo de comportamiento de la presa.
Ahora bien, el sistema no es perfecto y en ocasiones la Periplaneta americana (especie común utilizada en los ensayos) terminó dirigiéndose, en plan kamikaze, hacia el propio agresor.
Publicada en la revista Current Biology, la investigación podría ayudar al desarrollo de una teoría general de cómo algunos animales recurren a la imprevisibilidad para huir de sus depredadores y, a la postre, llegar a su escondrijo sanos y salvos.
Falta por descubrir los mecanismos neurobiológicos responsables de la estrategia de huida de las cucarachas. Aunque, gracias a la aplicación de algunos principios de estadística circular, ya sabemos que para aplastar a estos hábiles y raudos insectos hace falta, además de escoba y puntería, una buena dosis de suerte.
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