Los tardígrados u osos de agua, unos diminutos invertebrados de entre 0.1 y 1.5 milímetros que habitan en los océanos y en lugares húmedos en tierra, han confirmado lo que los científicos sospechaban: que pueden sobrevivir a las condiciones hostiles del espacio abierto... sin escafandra.
Hace ya casi un año que los primeros "tardinautas" regresaron a la Tierra tras pasar 12 días en órbita en la nave no tripulada rusa Foton-M3, en un experimento de la Agencia Espacial Europea (ESA) cuyos resultados no han sido publicados hasta hoy en la revista "Current Biology" .
Los tardígrados, los primeros seres vivos a los que se somete a esta experiencia, fueron elegidos por la capacidad que tienen de desecarse y detener su metabolismo (criptobiosis) en un entorno adverso en el que falta el agua, en una especie de hibernación que puede durar hasta diez años y de la que se recuperan en cuanto las condiciones de vida son favorables.
Durante su viaje, que hicieron en ese estado de hibernación, fueron directamente expuestos a las condiciones extremas del espacio abierto: el vacío, la falta de oxígeno, las elevadas radiaciones cósmicas y solares y temperaturas cercanas al cero absoluto.
"Cómo estos animales fueron capaces de revivir su organismo tras recibir una dosis de radiación solar de más de 7000 kJm-2 en condiciones de vacío espacial, es un misterio" , señalan el científico Ingemar Jönsson, de la universidad de Kristianstad, y sus colegas suecos y alemanes en "Current Biology" .
Los científicos comprobaron con asombro que los tardígrados sobrevivieron al vacío y los rayos cósmicos, resistieron la exposición a niveles letales de radiación solar, 1.000 veces más potentes que en la Tierra, e incluso mantuvieron intacta su capacidad reproductiva.
"Comprender cómo animales multicelulares pueden sobrevivir a una desecación y una radiación extremas y la relación entre estas tolerancias será relevante para muchos campos humanos, en especial la medicina, en la que la estabilidad del ADN es un tema clave" , declaró Jönsson.
El experimento sirvió también para conocer mejor cómo reaccionan las células ante el impacto de las condiciones imperantes en el espacio abierto, con vistas a la creación de los ecosistemas espaciales necesarios para permitir una presencia humana más permanente en ese medio.
El Foton-M3, en el que viajaron 43 experimentos espaciales, llevaba dos grupos de tardígrados de las especies Richtersius coronifer, Milnesium tardigradum, Echiniscus testudo y Ramazzotius oberhaeuseri, conocidos por su gran tolerancia a la desecación.
Uno de ellos fue expuesto al vacío espacial y el otro al vacío espacial y la radiación solar, y a su regreso a la Tierra los científicos estudiaron su potencial reproductivo y de supervivencia y buscaron posibles cambios en su ADN.
Aunque en el mundo existen hoy menos de 100 investigadores especializados en los tardígrados, la ciencia ha dado un gran paso para desentrañar el misterio de su gran resistencia después de que el Instituto estadounidense de Investigación del Genoma Humano decidiera trabajar en la secuencia completa del genoma de uno de ellos, el Hysibius dujardini.
Hay más de 800 especies de osos de agua, unos animales con cuatro pares de patas, que pueden ser rojos, naranjas, amarillos, verdes, negros o blancos y se desplazan a gran lentitud, una característica que les ha dado nombre.
De no ser por su pequeño tamaño que los hace casi imperceptibles al ojo humano, podrían convertirse en la mejor mascota para un niño, ya que es fácil encontrarlos en nuestro entorno inmediato y no necesitan cuidados.
Fuente EFE
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